jueves, 22 de marzo de 2012

CAPÍTULO 7


Mamá estaba realmente preciosa, no era de llevar faldas, aunque le quedaban genial.
Le perfeccioné el peinado que yo misma le había hecho, el cabello suelto, un poco ondulado, natural. Con un pequeño recogido que le favorecía su rostro.
Cat- Terminé.
Mi madre se incorporó, se levantó, se tocó un poco el pelo, con un pequeño gesto casi inútil para perfeccionarse el peinado. Giró sobre sí misma. Se volvió a mirar. De perfil. Luego otra vez de frente.
En el espejo se veía el reflejo de una mujer hermosa, que aparentaba menos años de los que tenía, porque en el fondo tenía un espíritu de niña. La miraba y no podía dejar de hacerlo, llevaba sin verla tan guapa mucho tiempo.
Su mirada y la mía se encontraron en el espejo, y me sentí totalmente incómoda, me llevaba bien con mi madre, pero era algo, no sé, extraño.
Aparté mis ojos verdes de los profundos castaños de aquella mujer que lucía una falda alta acompañada de una camisa marrón chocolate que yo misma le había prestado.
Quería sentirse guapa, y especial para alguien .
Encontré mis ojos reflejados en el espejo, perdidos sin saber que mirar, hacia donde dirigirse o dónde posarse, perdida, confusa.
Exactamente el mismo sentimiento de hacía apenas dos años, un frío que me calaba los huesos y que me helaba la sangre. La misma noche que mi padre se fue, sin avisar, sin despedirse.
Maldito accidente, maldito borracho que se cruzó en el camino, y maldita la justicia que ni siquiera hizo que se cumpliera una condena por provocar una muerte. Dejé de sentir frío, en ese instante era más bien, odio, ¿rencor? No servía de nada, ya que nada volvería a ser como antes.
Abrí el armario para coger los zapatos y cerré la puerta despacio dejando tras ella mis sentimientos. Y lo hice por ella, por no arruinar una gran noche a la mujer que más quería, la que me dio la vida.
Mart- ¿Cómo me queda el colorete  Catri?
Cat- Mmmm, bueno te hace parecer más joven.
Mart- ¿Eso es todo?- dijo preocupada y a la vez concentrándose en mirar su silueta y buscarse algún que otro defecto más.
Cat- Mamá, estás estupenda. Pero con esto estarás mejor- Saqué mis manos, que antes estaban escondidas en mi espalda y en cada una de ellas dejé ver un bonito zapato, de tacón alto y  a juego con el bolso.
Una sonrisa iluminó el rostro de mamá, se sentía feliz, sé que se sentía bien, y que sentía que yo la apoyaba, y así era.
 Se calzó delicadamente, sin la ayuda de las manos, sus pies resbalaban elegantemente por el tacón. Se levantó, sus piernas se estilizaron, estiró la espalda y se giró hacia mi para darme la mano. Juntas salimos por la puerta del hotel, rectas, con la mirada al frente, sin perder la sonrisa y la complicidad.

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