viernes, 27 de abril de 2012

CAPITULO 10


Tan solo la luz de la luna y unas pocas farolas alumbraban el camino hasta nuestro destino, desde la carretera se podía ver el mar, y era precioso. La luna reflejada en él, en toda su totalidad, las olas romper contra las rocas, alguna que otra lucecita en la arena, una linterna, un móvil, gente que iba a la playa a compartir una noche de su vida.
Giramos a la derecha, alejándonos de la ciudad, acercándonos a una playa más desierta, más oculta, más como era la nuestra.
Paró la moto con suavidad y aparcó rozando la arena.
W- Ya puedes bajar gorda ¿o hace falta que te ayude?
Cat- Vale, ¿Y ahora?
W- Te he traído a una playa muy bonita, hay mucha calma, no hay nadie, es ideal… ¿No dejamos ayer algo pendiente?
Cat- ¿Will?
Will rió.
W- Jajajajaja que tonta, eres anda ven.
Se colocó detrás de mí, me besó en el hombro.
W- Déjate guiar ¿vale? . Solo vamos un par de pasos más adelante.
Cat- O sea que la sorpresa no era esta playa…
Sentí como sus manos me tapaban los ojos  y solo me dejé llevar.
W- Cuidado que vamos a pisar un poquito el agua- me advirtió.
Puse mis manos sobre las suyas.
Cat- ¿Will queda mucho? ¿No irás a asesinarme y tirarme al mar o algo así no? Jajajaja
No sé porque dije eso la verdad, no había sentido miedo con él ni un instante, todo lo contrario, confianza.
Volvimos a pisar arena, quitó sus manos de mis ojos arrastrando las mias.
Estábamos en una pequeña cueva, era como una pequeña isla, tenía su propia arena y un pequeño lago salado dentro de ella.
Había luz allí dentro y eso fue lo que más me llamó la atención, la luz salía de cientos de velitas puestas en la arena, no formaban ningún dibujo pero decoraban un montón.
W- ¿Es bonito verdad?
Cat- Muchísimo…
W- Si te digo la verdad hemos empezado por el postre, nos queda otra sorpresa más pero no podía resistir enseñarte esto. Nos vamos ya ¿vale? Ahora volveremos a disfrutar de esto.
Cat-Como quieras-
Me cogió de la mano y me llevó paseando por la orilla hasta el lugar donde se encontraba la moto.
Volvímos a tomar la curva y seguimos la carretera en línea recta como 10 minutos, poco a poco la oscuridad iba siendo remplazada por pequeñas luces de una playa.
Nos bajamos en la feria del Puerto de Perth, miles de luces iluminaban el paseo de la playa, la arena parecía de mil colores, y cientos de puestos la cubrían.
Pasábamos fijándonos en los pequeños puestos de algodones de azúcar, ropa, cocos, pero no nos parábamos en ninguno.
A mi izquierda había un pequeño hueco entre dos tiendecitas en el que se había colocado una niña pequeña con una toalla extendida en el suelo en la que exponía sus tesoros. Me acerqué a ella y me puse a su altura, en cuclillas.
Cat- Hola pequeña. ¿Vendes todas estas cosas?- le dije mostrando todo mi interés.
Niñ- Sí señorita, tengo conchas de mar que yo misma he cogido y muchas más cosas. Mira tengo pulseritas de princesa.
Cat- Vaya… ¿no tienes anillos?
La pequeña puso un gesto de desilusión.
Will intervino.
W- ¿Para qué quieres un anillo?
Cat- No sé, me gustan..
Niñ- ¡Yo lo sé!
Cat- Ah ¿sí?- le dije extrañada pues no tenía en mente ningún motivo por el que comprarme un anillo. Era simple gusto.
W-¿Lo sabes peque? Si me lo dices te compro una conchita rosa…
La niña asintió, se acercó a su oído y le susurró algo.
Will comenzó a reírse sin parar.
W- Jajajaja, voy a hacerte caso peque y voy a hacer lo que me acabas de decir…
Cat- ¿Qué pasa Will?
Niñ- ¡Es un secreto!
W- Jajajajaja sí- dijo todavía riendo- Bueno cariño te dejamos aquí, toma el dinero de tu conchita, me llevo ésta rosa.
Niñ- Adiós- dijo la pequeña sonriendo y agitando su brazo. Estaba orgullosa, había hecho su primera venta.
Nos acercamos a un puesto de abalorios que había al final del puerto y me entretuve bastante mirando los collares, pulseras, anillos y signos de la suerte y el zodiaco. Lo típico.
Fui a preguntarle a la tendera el precio de un collar de cuentas y ví a Will pagando algo.
Cat- Eh! ¿Qué compras?
W- Eh! ¿Por qué quieres un collar si yo te regalé uno precioso?
Me toqué el cuello y ahí estaba, el collar de nácar de Will.
Cat- Es verdad…
Salimos del puerto y volvimos a la pequeña cala.
Las velas estaban apagadas pero la arena seguía cubierta por la gran manta
Antes de sentarme en ella Will me cogió las manos delicadamente, me sonrió, juntó su nariz con la mía y acto seguido puso una rodilla en el suelo. Sin dejar de mirarme a mis extrañados ojos sacó algo de su bolsillo, un anillo. Me lo mostró y me dijo:
Catrina, ¿te quieres casar conmigo?.
Cat- Eres idiota…- dije mirando con un brillo más especial en los ojos, sonriendo.
W- ¿Ves?, tu no sabes decir te quiero, ésta es tu forma de hacerlo. Me miras a los ojos, te ríes y dices eres idiota..  Pero te he pillado sol, y me gusta que me lo digas, porque ya sé que significa.
Cat- En ese caso… Sí, quiero casarme contigo, acepto.. Ah, Idiota...
Y me abrazó, con ganas, con felicidad, riendo.
W- Yo si sé… Te quiero.

jueves, 26 de abril de 2012

Australia

Hola chic@s, queríamos informaros del porqué de estas semanas sin subir capítulos.
Pues bien como dijimos anteriormente, estamos en una época un poco agobiante como la mayoría de vosotr@s sabréis. Asi que os agradecemos esa paciencia que habéis tenido. Mañana o pasado mañana Australia (Un Sol lleno de promesas) vuelve con los siguientes capítulos y esta vez pisando más fuerte que nunca ; )
PD_ A L@S QUE AÚN NO HAYAIS LEIDO NUNCA AUSTRALIA,  Podeis engancharos desde cualquier momento, son pocos los capítulos que llevamos subidos y nunca es tarde, os prometemos que os va a gustar. Muchas gracias y no dudeis en comentar

domingo, 1 de abril de 2012

Capítulo 9.



Se había hecho de noche. Había pasado el día completo con mamá y Kate y ni siquiera lo había visto por la playa. Will aparte de quedar o dejar de hacerlo conmigo tenía su vida, su familia supongo y necesitaba su tiempo. Pero concretamente hoy no nos habíamos visto por motivo de su torneo de surf que tendría lugar en apenas unos días y él tenía que prepararse y concentrarse poniendo en ello su cuerpo y alma.
Como iba diciendo era de noche, y desde la noche anterior no lo había visto. Estaba nerviosa, mucho. No habíamos hablado desde entonces y lo que pasó bajo ese puente de promesas fue algo nuevo para mí. No me lo había quitado de la cabeza y ahora lo tenía claro. Quería hablar del tema con él.
Lo estaba esperando en una tumbona cerca de la piscina, no podía seguir esperando en mi habitación, los nervios me comían por dentro y bajé.
Miré al horizonte, al mar, ni eso me calmaba ya.
Inspiré y me dije a mi misma: Va Catri, ha sido algo natural, no le des vueltas. No es para tanto. Will se reirá de que le saques un tema tan tonto. Él lo habrá hecho miles de veces, así que cálmate.
No me sirvió de nada ya que mis nervios se dispararon al verlo aparecer. Llevaba una camisa blanca y unas bermudas. Su piel bronceada se pronunciaba mucho con el color de su ropa. Sabía sacarse partido. Iba pensando en sus cosas, mirando al suelo, con las manos en los bolsillos.
Era guapo, guapísimo y por naturaleza y lógica debería de ser también creído, debería.
Se sentó a esperar en una tumbona, una tan cercana a mí que me impresionó que siguiera sin percatarse de mi presencia. Me limité a observarlo unos instantes, lo miraba sonriendo, algo inevitable.
Se tumbó con las manos apoyadas en la cabeza, pensativo. Luego sonrió y rió mostrando su perfección con cada gesto.
Me llevé los dedos índice y pulgar a la boca y silvé. Miró hacia mí. Sonrió y empezó a acercarse. Me levanté y me coloqué el vestido.
Me cogió por la cintura, me levantó, giró conmigo en brazos y en medio de un beso noté como sonreía.
La gente de la piscina miraba, pero no nos importaba. Sacó una flor blanca de su bolsillo, intacta, en perfecto estado. Me la puso en el pelo con su gesto más delicado y me acarició la cara dejando que apoyara mi mejilla en sus dedos. Me pellizcó suavemente.
W- Te va a encantar el sitio de hoy- me dijo muy bajito.
Cat- ¿Otra sorpresa?
W- Se puede decir que sí, llevo unos días pensándola asique espero que te guste de verdad.
Cat- No te pongo en duda. Sé que me gustará.
Subimos a su Vespa azul. Arrancó moderando la velocidad. Me agarré a su cintura. Will jugaba con el manillar, acelerando y dejando de hacerlo para que me aferrara a su espalda con más fuerza. Me paré a pensar de nuevo en el tema y decidí quitármelo de la cabeza pues no era  un momento digno de estropear. Will tenía su sorpresa y yo dos meses completos, 60 días y millones de momentos para hablar del tema. Hoy tocaba dejarse llevar.